Jose Manuel Merello
'El color y la luz en la modernidad.'
Muchacha interior
40 x 30 cm
Técnica mixta sobre tabla
Florero con pajaritos.
92 x 73 cm
Técnica mixta sobre lienzo
Arte Original.
Selección de Obras de Arte Moderno y Contemporáneo. Pintores Contemporáneos. Cuadros y Obras Originales sobre lienzo y sobre tabla. Obras únicas.
EL NEGRO ES EL BLANCO
"Existen pintores, decoradores, ilustradores, diseñadores...que
niegan el uso del color negro porque creen que resta color o que lo
ensucia. Y en cambio no niegan el blanco.
No se dan cuenta de que en verdad, matemáticamente, físicamente, o
como se quiera ver, el color negro no es más que un matiz más del
blanco. Es, en definitiva, otro blanco más. En la escala de grises,
infinita, que va desde el blanco más extremo al negro más profundo
¿dónde trazar una frágil línea que sentencie que a partir de ahí
empieza el negro?
Es absurdo y, por experiencia como pintor, puedo decir que el negro
es completamente esencial en la formación de infinidad de colores.
Aparte de un arbitro que los coordina en armonías extraordinarias.
Exactamente igual que el blanco.
Para mí está muy claro. El negro es el blanco."
© José Manuel Merello
Mujer desnuda.
81 x 130 cm
Técnica mixta sobre lienzo
ARTE Y EXPRESIÓN
"Todo arte implica
libertad, técnica y conocimiento. Sin libertad no hay expresión, sin
conocimiento no hay nada que expresar y sin técnica no hay forma de
expresarlo."
© José Manuel Merello
73 x 92 cm
Técnica mixta sobre lienzo
114 x 146 cm
Técnica Mixta sobre lienzo
La abstracción y la figuración en el Arte Moderno.
CORRIENTES ARTÍSTICAS
La pintura Pop,
la Expresionista, la Minimalista, la Futurista, el Neoclasicismo,
Neoexpresionismo, la pintura Realista, el Hiperrealismo, la Abstracción, el
Cubismo, el Surrealismo, el Naturalismo, el Impresionismo... Las corrientes
artísticas no son ríos independientes y autónomos, sino simplemente afluentes de
un mismo Amazonas: UN CUERPO VIVO Y PODEROSO, UN SISTEMA SOLAR QUE ORBITA FRENTE
A UN SOL ÚNICO, LA PINTURA.
© José Manuel Merello
La pintura es un estado mental, "un estado del alma" decía Joaquín Sorolla. El pintor que hace de su trabajo un estilo de vida pinta todo el día, todos los días. Pinta hasta cuando no pinta. Cuando duerme pinta, cuando vela pinta. El regalo de ser pintor lleva escondido el veneno y la carga dulce de la total dedicación y entrega. Pintar es difícil y requiere la atención absoluta de la mente y la mano en la observación fría, callada y constante. Hay que poder retener cantidades enormes de combinaciones de color, espacios y líneas. Es imprescindible dotarse de innumerables recursos técnicos, de precisos conocimientos de los materiales y mantenerlo todo ello vivo y actualizado para poder utilizarlo en el instante más inesperado. Pero aún en el caso de tener todo esto bien engrasado y al día, aún así se corre el enorme riesgo de no saber parar a tiempo. El momento más crítico para un pintor es decidir cuándo ha llegado el momento de dar por terminado un cuadro. En pintura es más fácil pecar por exceso que por defecto. Y por eso no encuentro nada más fascinante que el trabajo callado, silencioso y quieto que supone quedar a la espera de que el cuadro te hable, que termine de pintarse a sí mismo. Este delicado instante puede sobrevenir en el lugar más inesperado y a la hora más impropia y exige estar alerta y saber cazarlo al vuelo. Yo desde siempre tengo la costumbre de pasar muchas horas pintando sin pintar, tan solo mirando mis cuadros, colocados por todas partes, o incluso recordándolos, viviéndolos, mientras paseo por la calle o en cualquier otro lugar y circunstancia: intento atenderlos y escucharlos con la mente fresca, como si no fueran míos sino la obra de un enemigo, con frialdad y hasta con desprecio muchas veces, y, milagrosamente, de este distanciamiento brota la vida propia y secreta de la pintura que decide por su cuenta que ya lo es y que se basta para explicarse. Cuando me abruma un cuadro y el dialogo con su mundo se convierte en batalla entonces lo dejo aislado, apartado en un rincón y al cabo del tiempo -días, meses, o incluso años-, cuando al fin lo rescato, compruebo emocionado cómo a veces el castigo se convierte en perdón y cómo de éste sobreviene el descubrimiento asombroso de la obra que ha sabido terminarse a sí misma en soledad. En ese instante, rendido, admites que el cuadro ya no te pertenece. Esta es parte de la magia del arte de la pintura. Quizás esto sea la inspiración. La luz que se esconde tras un proceso mental, una ecuación no escrita de cientos de parámetros que muchas veces se resuelve a sí misma en espera, quién sabe, de que un día la ciencia consiga atrapar el ADN que late bajo la magia del arte.
.© José Manuel Merello
El dibujo no
queda definido por la línea, ni la pintura queda definida por el color. La
pintura todavía se salva, y esto es en parte lo que la define actualmente, de
poder ser asimilada y comprendida a través de un monitor o una fotografía. En
cambio el dibujo sí que es asimilable por estos medios; a mí, fetichismos
aparte, me da igual tener un dibujo original de quien sea que una fotografía o
un póster idéntico de él. Es la misma cosa y el dibujo se puede disfrutar
idénticamente, al igual que pasa con leer un buen libro en una edición u otra, o
ver la misma fotografía revelada por segunda o décima vez. Cuando no está en
juego ni el fetichismo ni la plasticidad, todos estos soportes nos llevan a la
grandeza -o miseria- de la obra. Pero en pintura siempre está en juego la
plasticidad, lo plástico, lo mórbido, la opacidad o la transparencia, la
superficie brillante o mate...cualidades estas imposibles de transmitir mediante
un monitor de ordenador, un televisor, o un póster. Lo digital, lejos de
arruinar las artes, lo que hace es evidenciar lo que de singular tienen estas, y
la pintura se lleva la palma porque hoy por hoy es imposible disfrutar
completamente de Las Meninas en una imagen, imposible sentir la poderosa
sensación de vacío de la estancia donde pinta Velázquez, imposible percibir la
cáscara nacarada de la capa pictórica del cuadro, inútil girarse y verla de lado
para poder sentir las delicadas protuberancias y estrías de la pintura del
genio. Y no digamos nada de cuadros de Tàpies, o de Lucian Freud, o de Jasper
Johns...El color y la disposición de las formas nos pueden sugerir mucho,
desde luego, pero se quedan lejos, no bastan para expresar la plasticidad del
cuadro. Esto es la Pintura.
De la misma manera y por todo esto, existe la
pintura sin color y de solamente línea y plasticidad, y existe el dibujo con
toda la saturación imaginable del color y sin líneas. ¿Es entonces peor en
jerarquía el dibujo que la pintura? No. Yo pienso que nada es un estorbo y que
todo son avances. El ordenador y los programas informáticos de pintura y dibujo
son nuevos lápices y pinceles que añadir a los ya existentes para poder
trabajar. Ayudan, son más material, más medios para el pintor. Pero ojo,
mientras no se invente la plasticidad digital, o como se fuera a llamar, que se
olviden de querer vender cuadros mediante fotografías y que se olviden de que
queramos visitar un museo online. Podemos llevarnos una idea tan solo, una
aproximación del asunto, pero el latido fetichista se queda en el museo junto
con el pálpito de lo que es único y no admite copia.
A la pintura le ocurre
algo similar que al teatro con el cine. El cine es un arte con mayúsculas, un
nuevo formato conquistado por las musas para llevar el espíritu del ser humano
hasta lo sublime; es tan fuerte e intenso como cualquiera de las grandes artes.
Pero aún siendo así, lo que lo diferencia del teatro y de las artes escénicas
(danza, mímica, toreo etc) es ese algo que precisamente define al teatro: Lo
directo, la tridimensionalidad que envuelve al espectador en un momento único,
en una actuación única, irrepetible, el olor preciso, el grito y la modulación
exacta pero diferente en cada escenificación, la visión real del actor, el
fetichismo de su presencia y de la presencia dramática del sentimiento del
dramaturgo...todo es asombrosamente parecido a los huecos de una pintura, a su
aparición diferente en cada instante, a su dependencia del tiempo siendo
distinta según éste la va modelando con sus humedades, sus grietas, sus
decoloraciones. El teatro está vivo y la pintura está viva.
Pero ¿significa
esto que un cuadro es superior al arte fotográfico o a un póster de un buen
dibujo? y, ¿es superior por lo mismo el teatro al cine? Yo pienso que quizás no
lo sean, pero si el cine es capaz de llevarnos por caminos imposibles hasta
ahora para el teatro, y un dibujo digital o una fotografía son capaces de juegos
y expresiones que la pintura no puede, en cambio, el teatro y la pintura poseen
ese embrujo de lo directo, del instante glorioso, como el embrujo del cantaor
que te canta a ti y solo a ti. Y eso quizás no sea superior pero...¡qué lujo!
.© José Manuel Merello