Jose Man​uel Merello

Compra de obras de arte actual. Arte original, pinturas del siglo XXI. Pintores españoles Contemporáneos. Arte e inversión.

VARIOS

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I D E A S...

NATURALEZA 
VIVA

 ​"Para un pintor como yo, obsesionado con la composición y la estructura de mis cuadros, todo en pintura funciona como en un bodegón. El autentico reto compositivo de todo cuadro es que “trabaje” en todos sus elementos; que cada una de sus piezas engrane con precisión y “respire” con sus adyacentes e incluso forme complejas conexiones con zonas alejadas del cuadro, como intrincadas redes neuronales en sinapsis continua. Esta interconexión oculta consigue que pinturas aparentemente mal realizadas tengan un misterio que 
  

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Cuento para un niño.
81 x 100 cm
Técnica mixta sobre lienzo

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Niños construyendo un castillo de arena
81 x 100 cm
Técnica mixta sobre lienzo

Fantasía. El gato azul

97 x 130 cm
Técnica mixta sobre lienzo

Caballos del sol

73 x 92 cm
Técnica mixta sobre tabla

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Niño con caballo azul
92 x 73  cm
Técnica mixta sobre tabla

CUADROS y PINTURAS. ARTE CONTEMPORÁNEO

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Romance
81 x 100 cm
Técnica mixta / Lienzo

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El niño de la harmónica
146 x 114 cm
Técnica mixta / Lienzo

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Bodegón de Abril
81 x 100 cm
Técnica mixta / Lienzo

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La guitarra del cantaor
73 x 54 cm
Técnica mixta / Lienzo

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El viejo y la luna
65 x 50 cm
Grafito y Carbón

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Moon horse
73 x 54 cm
Técnica mixta / Lienzo

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Retrato dorado de Vicente el cestero
130 x 81 cm
Técnica mixta / Lienzo

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Mujer morena
Técnica mxita / Papel


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Fantasy 2
Técnica mixta / Papel

TEXTOS SOBRE​ ARTE...

La luz de la duda

 ​"Una pintura, una buena pintura, debe estar "rota",  quebrada,  articulada alrededor de la duda y del incesante aprendizaje. Personalmente no me interesan aquellas obras -tanto del arte contemporáneo como del arte clásico- que se cierran sobre si mismas sin dejar un hueco a un aire nuevo...
  

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Fantasía

Técnica mixta sobre papel

El color en la figura contemporánea.

LA LUZ DE LA DUDA

 "Una pintura, una buena pintura, debe estar "rota",  quebrada,  articulada alrededor de la duda y del incesante aprendizaje. Personalmente no me interesan aquellas obras -tanto del arte contemporáneo como del arte clásico- que se cierran sobre si mismas sin dejar un hueco a un aire nuevo, así como tampoco me atraen las pinturas con errores predecibles y conscientes. Los Grandes Maestros de todos los tiempos avanzan en una torpeza sabia que en su cima, despojada de toda certeza y vanidad, refulge como una luz limpia y trémula. La luz del espíritu humano."

LA VIDA SECRETA DE LA PINTURA.

"La pintura es un estado mental, "un estado del alma" decía Joaquín Sorolla. El pintor que hace de su trabajo un estilo de vida pinta todo el día, todos los días. Pinta hasta cuando no pinta. Cuando duerme pinta, cuando vela pinta. El regalo de ser pintor lleva escondido el veneno y la carga dulce de la total dedicación y entrega. Pintar es difícil y requiere la atención absoluta de la mente y la mano en la observación fría, callada y constante. Hay que poder retener cantidades enormes de combinaciones de color, espacios y líneas. Es imprescindible dotarse de innumerables recursos técnicos, de precisos conocimientos de los materiales y mantenerlo todo ello vivo y actualizado para poder utilizarlo en el instante más inesperado. Pero aún en el caso de tener todo esto bien engrasado y al día, aún así se corre el enorme riesgo de no saber parar a tiempo. El momento más crítico  para un pintor es decidir cuándo ha llegado el momento de dar por terminado un cuadro.

En pintura es más fácil pecar por  exceso que por  defecto. Y por eso no encuentro nada más fascinante que el trabajo callado, silencioso y quieto que supone quedar a la espera de que el cuadro te hable, que termine de pintarse a sí mismo. Este delicado instante puede sobrevenir en el lugar más inesperado y a la hora más impropia y exige estar alerta y saber cazarlo al vuelo. Yo desde siempre tengo la costumbre de pasar muchas horas pintando sin pintar, tan solo mirando mis cuadros, colocados por todas partes, o incluso recordándolos, viviéndolos, mientras paseo por la calle o en cualquier otro lugar y circunstancia: intento atenderlos y escucharlos con la mente fresca, como si no fueran míos sino la obra de un enemigo, con frialdad y hasta con desprecio muchas veces, y, milagrosamente, de este distanciamiento brota la vida propia y secreta de la pintura que decide por su cuenta que ya lo es y que se basta para explicarse. Cuando me abruma un cuadro y el dialogo con su mundo se convierte en batalla entonces lo dejo aislado, apartado en un rincón y al cabo del tiempo -días, meses, o incluso años-,  cuando al fin lo rescato, compruebo emocionado como a veces el castigo se convierte en perdón y cómo de éste sobreviene el descubrimiento asombroso de la obra que ha sabido terminarse a sí misma en soledad. En ese instante, rendido, admites que el cuadro ya no te pertenece. Esta es parte de la magia del arte de la pintura.

Quizás esto sea la inspiración. La luz que se esconde tras un proceso mental, una ecuación no escrita de cientos de parámetros que muchas veces se resuelve a sí misma en espera, quién sabe, de que un día la ciencia consiga atrapar el ADN que late bajo la magia del arte."  © José Manuel Merello

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NATURALEZA VIVA

"Para un pintor como yo, obsesionado con la composición y la estructura de mis cuadros, t odo en pintura funciona como en un bodegón. El autentico reto compositivo de todo cuadro es que “trabaje” en todos sus elementos; que cada una de sus piezas engrane con precisión y “respire” con sus adyacentes e incluso forme complejas conexiones con zonas alejadas del cuadro, como intrincadas redes neuronales en sinapsis continua. Esta interconexión oculta consigue que pinturas aparentemente mal realizadas tengan un misterio que nos sublima, un ritmo extraño que no sabemos de donde procede pero que nos avisa de que hay arte latiendo en sus torpes o “feas” costuras. Muchos de estos cuadros de mala factura, feos, están admirablemente coordinados por dentro, y los cortemos por donde los cortemos se siguen salvando como pintura autoregenerándose como la cola amputada de un lagarto. Por eso yo soy un apasionado de casi todas las corrientes artísticas y de igual manera no distingo entre temas ni entre géneros en pintura. Todos funcionan igual. Todos son al fin y al cabo un bodegón, una naturaleza viva -nunca muerta- donde disponemos los elementos hasta formar un espacio dinámico que el espectador activa y hace respirar con sus ojos mediante la observación sensible. Un paisaje es un bodegón; el sol, las nubes y los anchos campos se reparten y se alimentan entre sí como lo hacen un cuenco con los frutos que contiene y la mesa que lo sustenta. Incluso un retrato, si es bueno, se rige por estos contrapesos ocultos que le dan la vida. Hasta Las Meninas de Velázquez sería como un extraordinario bodegón -etéreo y liviano en su cielo, denso y pesado en su humanidad- con espacios profundos y riquísimos que hablan entre sí siguiendo las leyes compositivas del género del bodegón. Un tajo al azar en el cielo de Las Meninas contiene todo su arte, mantiene el nervio y la cadencia del genio, su inigualable hacer, su aire atrapado; una sola hebra de cabello transparente de la infanta Margarita ya vale un mundo, un mundo que habla en perfecta sincronía plástica con, por ejemplo, el denso y untuoso pelaje del gran danés sentado del cuadro. Aquí cada parte contiene al todo, y, como en los escapularios y reliquias de los santos, de un minúsculo trozo emana toda la gracia, toda su capacidad milagrosa.  Una señal inequívoca de fallo en una pintura es el abotargamiento sofocante entre sus partes. Si no hay respiración entre sus fragmentos nunca podrá funcionar ni hacer que el ojo viaje entre las diferentes historias y tramas que esconde. La parálisis y el cansancio del ojo es la muerte de toda pintura. Yo, cuando pinto, sabiendo todo esto, dispongo siempre mis objetos y mis asuntos como en un bodegón, trabajando en un todo pero con el mimo y el tiento de cuidar de lo pequeño, del rasgo imperceptible, de la pequeña grieta viva que desvía el camino de la gota delicada que resbala, como una lágrima, dibujando con precisión la orografía de la capa pictórica. Y lo hago así porque sé que de estos pequeños mundos depende que se active alguna emoción plástica en el espectador y el cuadro empiece a funcionar, a partir de ahí, en toda su maquinaria. Nada más puede desear toda pintura para existir: solo el ser activada e iniciada mediante la fluida y atenta observación de un espectador sin prejuicios. El resto, gracias al milagro del arte, funcionará por sí solo." © José Manuel Merello

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