Jose Manuel Merello
La pintura actual como expresión y espejo del hombre moderno. La emoción, a través de la técnica más refinada, punto de partida y destino de las Artes del siglo XXI.
Arte Contemporáneo Actual
CONTACTO"El pintor vive su vida con un pincel en la mano, otro en la razón, y otro en el espíritu..." José Manuel Merello
Arte Actual Español
"EN EL ESTUDIO, ALQUIMIA DEL ARTE: Aceites de linaza espesados al sol, Stand Oil, de adormideras, de nueces. Resinas de Dammar, de Almaciga, Cetónicas, Alquidicas...Mediums, Aceite Negro, Aceite cocido ...Pigmentos de Cadmio, Quinacridonas, Cobaltos, Tierras naturales, Carbón, Pftalocianinas... Ceras, de abeja, parafinas, blanqueadas y purificadas... Trementina, White Spirit, Gesso, Carbonatos de Calcio....Emulsiones de huevo, Temples, Emulsiones acrílicas, Acetatos de Polivinilo, Toluenos, Geles, Secantes, Espesantes, Celulosas...
Y notas, anotaciones de procesos, de tiempos, de humedad, de temperatura. Conclusiones, reflexiones, dudas, certezas, pruebas descartadas, Eurekas...
La Pintura se sustenta en la técnica y ésta en el material. LA PINTURA ES ALQUIMIA !!" © José Manuel Merello
Reflexiones personales, ideas, observaciones sobre el arte y la pintura.
José Manuel Merello. Coleccionismo e Inversión. Arte Actual Contemporáneo.
El espejo del Arte
El arte que yo quiero es la armonía resplandeciendo a través del caos. El optimismo como obligado rezo diario. El color militante a pesar de todo.
El vértigo del mundo contemporáneo, la aceleración que nos arrastra como un torrente arrastra a las pequeñas hormigas e insectos volátiles sin posibilidad de prever ni amortiguar los impactos y vuelcos, uno detrás del otro, con la violencia propia de la naturaleza indómita; los avatares diarios, el avance maravilloso y temible de la tecnología, la información, desinformación y contrainformación; el ruido incesante de un mundo moderno y tumultuoso que no deja lugar al silencio y a la quietud, a la hermandad, al perdón...Todo ello, como no podía ser de otra forma, se manifiesta en el arte de manera clarividente, como si fuese un espejo que refleja, a la velocidad de la luz, la imagen que en él se mira: sin intermediarios, sin tiempo a la manipulación, sin mentiras (las mentiras en arte son una verdad más del mundo, una realidad incuestionable).
Quizás este caos vital que nos abruma -y que a veces nos divierte en una borrachera de sensaciones- sea un deterioro de nuestra sociedad, de nuestro arte y de nuestros valores; muchos se quedan en el camino: guerras, enfermedades, injusticias, la Naturaleza en rebelión, todo son dramáticas tempestades que gobiernan el mundo y gobiernan el arte y a los artistas, indefectiblemente.
Pero quizás sean parte del juego universal, del gas cósmico, del polvo de estrellas del que estamos constituidos. Por eso, tomando conciencia de la biología extraordinaria que nos da la vida a pesar de su incomprensible afán autodestructivo de Mantis Religiosa, tomando conciencia del tsunami que nos arrastra y tirando del fulgor y los destellos de la razón, de la armonía, de la cuadratura del círculo del ying y el yang consigamos, tal vez, atravesar, como el poeta, a pesar del dolor, este camino que es la vida y que es el arte. Golpe a golpe, verso a verso.
© José Manuel Merello
La pintura es un estado mental, "un estado del alma" decía Joaquín Sorolla. El pintor que hace de su trabajo un estilo de vida pinta todo el día, todos los días. Pinta hasta cuando no pinta. Cuando duerme pinta, cuando vela pinta. El regalo de ser pintor lleva escondido el veneno y la carga dulce de la total dedicación y entrega. Pintar es difícil y requiere la atención absoluta de la mente y la mano en la observación fría, callada y constante. Hay que poder retener cantidades enormes de combinaciones de color, espacios y líneas. Es imprescindible dotarse de innumerables recursos técnicos, de precisos conocimientos de los materiales y mantenerlo todo ello vivo y actualizado para poder utilizarlo en el instante más inesperado. Pero aún en el caso de tener todo esto bien engrasado y al día, aún así se corre el enorme riesgo de no saber parar a tiempo. El momento más crítico para un pintor es decidir cuándo ha llegado el momento de dar por terminado un cuadro. En pintura es más fácil pecar por exceso que por defecto. Y por eso no encuentro nada más fascinante que el trabajo callado, silencioso y quieto que supone quedar a la espera de que el cuadro te hable, que termine de pintarse a sí mismo. Este delicado instante puede sobrevenir en el lugar más inesperado y a la hora más impropia y exige estar alerta y saber cazarlo al vuelo. Yo desde siempre tengo la costumbre de pasar muchas horas pintando sin pintar, tan solo mirando mis cuadros, colocados por todas partes, o incluso recordándolos, viviéndolos, mientras paseo por la calle o en cualquier otro lugar y circunstancia: intento atenderlos y escucharlos con la mente fresca, como si no fueran míos sino la obra de un enemigo, con frialdad y hasta con desprecio muchas veces, y, milagrosamente, de este distanciamiento brota la vida propia y secreta de la pintura que decide por su cuenta que ya lo es y que se basta para explicarse. Cuando me abruma un cuadro y el dialogo con su mundo se convierte en batalla entonces lo dejo aislado, apartado en un rincón y al cabo del tiempo -días, meses, o incluso años-, cuando al fin lo rescato, compruebo emocionado cómo a veces el castigo se convierte en perdón y cómo de éste sobreviene el descubrimiento asombroso de la obra que ha sabido terminarse a sí misma en soledad. En ese instante, rendido, admites que el cuadro ya no te pertenece. Esta es parte de la magia del arte de la pintura. Quizás esto sea la inspiración. La luz que se esconde tras un proceso mental, una ecuación no escrita de cientos de parámetros que muchas veces se resuelve a sí misma en espera, quién sabe, de que un día la ciencia consiga atrapar el ADN que late bajo la magia del arte.
.© José Manuel Merello
Siempre se ha
dicho que El Greco tenía una enfermedad en la vista y que por eso pintaba las
figuras alargadas. Yo creo que esto es falso y ridículo. Es muy fácil deducir
que si yo veo una manzana y tengo una enfermedad visual que me hace percibirla
alargada, de la misma manera la proyectaría alargada en el cuadro y un
espectador con la vista sana la "desproyectaría" a su vez y la percibiría en su
tamaño real. Si no, si El Greco pintase, como dicen, la manzana más alargada, su
visión enferma la alargaría aún más al verla en el cuadro ya terminada, y,
suponiendo que no era precisamente tonto, trataría de corregirla con lo cual su
manzana alargada volvería a ser normal para cualquier espectador, incluido él
mismo.
De igual manera, si yo confundo los colores en mi paleta y veo el rojo
verde y el verde rojo, y quiero pintar un prado verde con una amapola roja, como
resulta que tengo la vista equivocada me parecerá de un esplendido rojo el prado
y verde su amapola, de forma que iré a buscar en mi paleta ese rojo, y,
nuevamente, por mi enfermedad, me equivocaré y me parecerá que la pintura verde
es de un rojo espléndido para el prado y así, inevitablemente, el cuadro acabará
teniendo los colores correctos para cualquier espectador de vista normal.
El
Greco poseía una maravillosa creatividad adelantadísima en el tiempo y un
sentimiento ascético muy marcado que lo llevó a pintar esas formas alargadas
para potenciar un sentimiento espiritual ascendente en el espectador, como
ocurre con las catedrales góticas. Todas sus composiciones (salvo algunas, y en
su descargo) las pinta en cuadros alargados, y no me lo imagino encargando un
lienzo y un bastidor de tal o cual tamaño y protestando al pobre tendero
toledano que por qué narices son tan chatos últimamente los bastidores de dos
metros. En fin, espero que en un futuro no se diga que Picasso tenía una
enfermedad visual que le hacía ver un ojo por aquí y el otro por allá, pero no
las tengo todas conmigo.
.© José Manuel Merello